En este viaje en coche a Eslovenia, te contamos la segunda y última parte de nuestro viaje en coche de 21 días de duración desde España hasta Eslovenia. Si todavía no has leído nuestro viaje en coche a Venecia, te recomiendo que lo leas ahora, ya que es la primera parte del viaje.
Si ya leíste ese post te refrescaré la memoria, en él describí el viaje desde España hasta Nîmes en Francia, ciudad en la que hicimos un alto en el camino para poderla conocer. Desde allí llegamos a Italia, concretamente a Mestre, que fue la ciudad elegida para poder conocer Venecia y las ciudades más importantes de la régión del Véneto, como Padua, Verona y Vicenza. Hicimos una pequeña incursión a la zona de los Dolomitas y sus impresionantes montañas, y el último día antes de abandonar Italia paramos a conocer Trieste.
¿QUÉ ENCONTRARÁS AQUÍ?
- El recorrido de nuestro viaje en coche a Eslovenia
- Día 1: Trieste – Liubliana (99 km)
- Día 2: Kranj (27 km) y Škofja Loka (9,7 km)
- Día 3: Bled (60 km), la Garganta Vintgar (4 km) y el lago Bohinj (30 km)
- Día 4: Maribor (124 km) y Ptuj (32 km)
- Día 5: Piran (126 km), Koper (18 km) y Castillo Predjama (61 km)
- Día 6: Liubliana
- Día 7: Liubliana – Lago di Garda (374km) y Bérgamo (92 km)
- Día 8: Milán (4 km) y Bérgamo
- Día 9: Bérgamo – Montpellier (700 km)
- Día 10: Montpellier
- Día 11: Regreso a Burgos (793 km)
- Datos prácticos para preparar un viaje en coche a Eslovenia (o en avión)
- Conclusiones del viaje
El recorrido de nuestro viaje en coche a Eslovenia
En el post anterior describí los 11 primeros días de viaje, que transcurrieron por tierras del norte de Italia. A partir de aquí comenzó nuestro viaje en coche a Eslovenia.
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Día 1: Trieste – Liubliana (99 km)
Habíamos dejado nuestro apartamento de Mestre y comenzamos el viaje en coche a Eslovenia. De camino paramos en Trieste, una localidad italiana que hace frontera con Eslovenia, así que aprovechamos que había que pasar por ella para conocerla.
Tras la visita continuamos viaje hasta Eslovenia, más concretamente hasta Liubliana (Ljubljana en esloveno), su capital, que era donde nos íbamos a quedar durante cinco noches.
Antes de entrar en Eslovenia compramos la Viñeta (Vignette) algo obligatorio para poder circular por las autopistas eslovenas, si no quieres pagar una multa de entre 300 a 800 euros por no llevarla. Así que ¡tenlo en cuenta si vas de viaje en coche a Eslovenia!.
La viñeta es una pegatina que tienes que colocar en el cristal delantero del coche para poder circular por las autopistas eslovenas, es el pago de los peajes por adelantado, así no hace falta parar en ellos y pasas como si tuvieses telepeaje.
Hay varias tarifas de viñetas según sea el tiempo que vas a utilizar las autopistas: anual, mensual o semanal, y existen tres modelos según el tipo de medio de locomoción: Modelo 1 para motocicletas, Modelo 2A para automóviles y autocaravanas y Modelo 2B para camiones,
Compramos la viñeta en el área de peaje que sirve de frontera con Eslovenia, también la venden en las gasolineras próximas a la frontera, tanto del lado italiano como del Esloveno. La viñeta 2A para una semana nos costó 15€ y una vez que la compras te la tienen que validar marcando el día y mes de la compra (de lo contrario no sirve), y a continuación tienes que pegarla en el cristal delantero del coche. Así que eso es lo que hicimos, ya que no queríamos arriesgarnos a una multa, que no es nada pequeña.
Llegamos al apartamento Dolenjska de Liubliana que habíamos reservado, y en seguida apareció Miša, la propietaria, que sorprendentemente hablaba español ya que lo había aprendido en Salamanca durante su época de estudiante.
Al igual que el apartamento de Mestre, el de Liubliana está situado en una zona poco bonita, pero tranquila y a unos 20 minutos andando del centro. Está totalmente reformado y tiene de todo, consta de dos habitaciones, una completa cocina, baño y salón con terraza. En los dos apartamentos ha sido como estar en casa.
Si hay que ponerles una pega a los dos, es la ausencia de ascensor. En los dos casos el apartamento estaba en el segundo piso, así que nos volvió a tocar subir las maletas por las escaleras.
Este día hicimos una primera toma de contacto con la bonita capital de Eslovenia.
Día 2: Kranj (27 km) y Škofja Loka (9,7 km)
Continuando nuestro viaje en coche a Eslovenia, fuimos a conocer dos ciudades cercanas a Liubliana, de las que habíamos leído que merecía la pena visitarlas.
Kranj tiene una bonita plaza de forma alargada, que parece más bien una calle ancha, y alguna que otra casa pintoresca. Desde Kranj se puede recorrer el Cañón del río Kokra, a través de un sendero que parte del centro de la ciudad. Pero no hay mucho más de interés, si no tienes mucho tiempo puedes obviar esta ciudad.
Škofja Loka es una ciudad medieval, con más encanto que Kranj, y un bonito centro histórico. Fue una ciudad episcopal hasta el año 1803 cuando paso a manos austríacas.
Subimos hasta el castillo episcopal, que ese día estaba cerrado, y cuyo aspecto fue modificado tras el terrible terremoto que asoló a la ciudad en 1511.
Después de recorrer las calles de la ciudad, fuimos en busca del Puente del Diablo, un largo puente de madera con leyenda, a través de un recorrido que tienen marcado y que conecta Škofja Loka con la aldea de Puštal.
Es un buen sitio a visitar en un viaje en coche a Eslovenia.
Día 3: Bled (60 km), la Garganta Vintgar (4 km) y el lago Bohinj (30 km)
Bled es la ciudad más turística de Eslovenia, después de Liubliana, y ello es debido a su famoso lago, un lago de origen glaciar, al que se asoma la ciudad y que está dominado por un castillo. Así que con estas premisas no dudamos en ir a conocerlo.
El lago de Bled es uno de los motivos fotográficos más conocidos de Eslovenia, ya que en el centro del lago se encuentra una pequeña isla (la única natural de todo el país), en la que se halla una iglesia, lo que le da un encanto muy particular. Hay varias zonas acondicionadas como playas para darse un chapuzón en sus aguas heladas.
Lo que le quita el encanto a Bled es lo masificada que está en verano, y los precios abusivos de parkings, castillo, restaurantes y barcas hasta la isla. Es como una especie de Benidorm pero con lago en vez de mar.
Después de visitar Bled fuimos a recorrer la Garganta Vintgar, que se encuentra a 4 km de Bled. Para recorrer la garganta también hay que pagar, como todo en este país.
El recorrido se realiza por unas pasarelas y el primer tramo es precioso, un bonito paisaje con el río corriendo a tu lado y las cascadas que no paras de fotografiar, pero a medida que vas avanzando la espectacularidad va decayendo. Hasta tal punto que al no haber más cascadas naturales han puesto un bloque de hormigón en mitad del río para crear una, todo un atentado al paisaje.
Al finalizar la ruta hay una cascada de 13 metros de altura, que sólo se ve si encuentras el sendero lleno de maleza a través del bosque, que baja hasta el nivel del río y que no está señalizado. Estaría bien que lo hiciesen más accesible.
De todas formas, en un sitio que no debes dejar de visitar en un viaje en coche a Eslovenia.
Tras el recorrido por la Garganta Vintgar fuimos a conocer el lago Bohinj, que se encuentra en un valle glaciar. Es también un lago muy visitado, aunque no tanto como el lago de Bled, y como en el anterior hay zonas donde poder bañarse y muchos sitios donde te alquilan pequeñas barcas o canoas con las que recorrer el lago.
Día 4: Maribor (124 km) y Ptuj (32 km)
La ciudad universitaria de Maribor se encuentra al noreste de Liubliana y cerca de la frontera con Austria. Una ciudad que nos sorprendió, ya que no conocíamos nada de ella, y resultó ser un lugar con mucho encanto.
Tiene un aspecto diferente al del resto de ciudades de Eslovenia, y ello es debido a que formó parte del imperio austro-húngaro, así que tiene un aire de ciudad centro-europea. El año 2012 fue Capital Cultural Europea y eso ayudó a dar a conocer la ciudad.
Paseamos por su casco antiguo, en la Plaza Slomsek visitamos la Catedral de San Juan Bautista, que se encuentra frente a la Universidad. Conocimos su castillo, muy diferente a los del resto de Eslovenia, ya que se encuentra en el centro de la ciudad, y no en un alto.
Paseamos por la ribera del Rio Drava y fuimos a ver la vid más antigua del mundo y algunas construcciones medievales, como la Torre del Agua. En la Plaza Glavni, donde se encuentra el Ayuntamiento, la Columna Votiva recuerda la plaga de peste que arrasó Maribor.
Después de visitar Maribor nos encaminamos hacia Ptuj, otra de las ciudades que merecen ser visitadas en Eslovenia y también una de las más antiguas. Su larga historia ha dejado restos por toda la ciudad, cosa que pudimos comprobar.
Hay muchos restos romanos, y una muestra de la importancia de la ciudad en esa época, es el hecho de que Vespasiano fuese elegido emperador en Ptuj allá por el siglo I. Uno de los primeros restos que vimos fue una piedra lapidaria del siglo II denominada Orfeo, que se encuentra en el centro de la ciudad.
Pero lo que más destaca en Ptuj es su castillo que domina la ciudad desde lo alto y al que subimos por la empinada calle que lleva hasta él.
Callejeamos por su centro histórico, contemplando los edificios que conserva de diferentes épocas, hasta llegar a la Plaza Mestni, donde está el Ayuntamiento, que se ubica en un edificio neogótico. Frente al Ayuntamiento se encuentra la columna de San Florian, un santo con mucha devoción en los países centroeuropeos.
Día 5: Piran (126 km), Koper (18 km) y Castillo Predjama (61 km)
Nuestro viaje en coche a Eslovenia nos llevó este día a los pocos kilómetros de costa frente al mar Adriático con que cuenta este país, tan sólo 46 km, pero muy bien aprovechados.
La costa eslovena es una zona que no te puedes perder en un viaje en coche a Eslovenia, ¡Te encantará!
La primera de las ciudades costeras que visitamos fue Piran, que tiene un aire marcadamente veneciano, ya que fue parte del Imperio de Venecia hasta el siglo XVIII.
Es una localidad que todavía conserva sus murallas, las cuales se pueden visitar. Su plaza central es la Plaza Tartini, en honor al violinista Giuseppe Tartini, que nació aquí en 1692 y cuya estatua preside la plaza.
Desde la plaza callejeamos hasta ascender a la iglesia de San Jorge, patrono de la ciudad, que se encuentra en lo alto de una colina frente al mar, y desde donde tuvimos las mejores vistas de todo el casco histórico.
Es un pueblo muy animado y lleno de terrazas en las que comer o beber algo, sobre todo alrededor de su paseo marítimo, en el que dimos un agradable paseo, hasta llegar a la punta en la que termina Piran y donde se encuentra el Faro.
De Piran fuimos a Koper, otro de los pueblos costeros de Eslovenia, que como Piran, se encuentra en la Península de Istria.
Koper es su nombre en esloveno, mientras que Capodistria es su nombre italiano. Al igual que Piran, Koper formaba parte del Imperio de Venecia, y eso se nota en sus construcciones.
Lo más bonito de Koper lo encontramos en la Plaza de Tito. Aquí vimos el Palacio de los Pretores, construido del siglo XIII al XV, y la Catedral de Santa Maria de la Asunción del siglo XIV, ambos edificios de estilo gótico-veneciano. Otro edificio ligado al Palacio de los Pretores es la Armeria, actualmente sede de la Facultad de Humanidades. En la misma plaza, destaca también el edificio de la Loggia, que ahora se ha convertido en una cafetería.
En la Plaza Preseren encontramos la Fuente De Ponte, una reproducción a pequeña escala del Puente de Rialto de Venecia, una referencia más a la Serenísima República de Venecia, a la cual pertenecía.
Tras visitar estas dos localidades costeras, nos dirigimos de regreso hacia Liubliana, pero antes paramos para conocer uno de los castillos más sorprendentes que puedes encontrar en Eslovenia, el Castillo de Predjama, y cuya imagen preside este post. El nombre de este castillo significa “castillo en una cueva”, y es que ahí es donde se ha construido el interior de este castillo, dentro de una cueva.
La fachada del castillo se encuentra adosada a la boca de la cueva, como si de un nido de águila se tratase, asomada a 123 metros de altura. El castillo tiene una curiosa leyenda asociada, que habla de una especie de Robin Hood esloveno.
Llegamos justo cuando acababan de cerrar, así que no pudimos visitar su interior. El precio de la entrada ronda los 12€ para los adultos, similar a lo que cobran en Francia por ver los Castillos del Loira y, con toda la singularidad de este castillo, la diferencia de lo que se ve en el interior es abismal, ya que prácticamente está vacío, según los comentarios y fotos que habíamos visto previamente.
Cerca del castillo se encuentra otra de las atracciones de Eslovenia, la Cueva de Postojna. Por lo que habíamos leído antes de ir, y aunque la cueva mide unos 20 km de largo, tan sólo es visitable 1 km a pie y 4 km en tren. Entre que lo del tren nos parecía una turistada que le quitaba todo el encanto, y que el precio para poder ver la cueva y el castillo de forma conjunta era de 31,90€ por persona, se nos quitaron las ganas de realizar la visita. Venden como particular que se puede ver un vivario en el que poder observar al extraño Proteus, un animal que dicen que únicamente se encuentra en Eslovenia. Pero nosotros vimos ese mismo animal en una cueva francesa, la Gruta de Clamouse que se encuentra junto al bonito pueblo medieval de Saint-Guilhem-le-Désert y del que ya te hablamos en este blog.
Día 6: Liubliana
Como estábamos alojados en Liubliana ya habíamos paseado algo por ella, pero este día se lo dedicamos al completo.
Como todas las ciudades con encanto, Liubliana también está atravesada por un río: el río Ljubljanica, que además separa la ciudad antigua de la nueva. Los paseos más agradables los hicimos a la orilla del río, repleta de terrazas. Es una ciudad muy animada y por las tardes estas terrazas están repletas de gente.
Atravesamos el río varias veces por sus famosos puentes, sobre todo por el Puente del Dragón (que es el símbolo de Eslovenia) y el siempre animado Triple Puente.
Caminamos por las calles peatonales del casco antiguo y conocimos sus bonitas plazas, como la amplia Plaza Kongresni en la que se encuentra la Filarmónica de Liubliana, la Universidad y hasta un parque con biblioteca al aire libre.
O la animada Plaza Preseren, que es el punto de encuentro de los habitantes de Liubliana. Nos llamó la atención encontrar bonitos detalles decorativos en cualquier rincón de la ciudad, que ayudaban a embellecerla aún más.
Subimos en el funicular al Castillo de Liubliana, un castillo que promete mucho por fuera, pero al entrar y ver las múltiples reformas que se han llevado a cabo en diferentes momentos de la historia, decepciona un poco. Tiene un aspecto un tanto extraño, nos pareció un pastiche lo que han hecho con las reformas más modernas.
Día 7: Liubliana – Lago di Garda (374km) y Bérgamo (92 km)
Se nos acabó la estancia en Eslovenia y nos dispusimos a ir regresando hasta España. Lo hicimos en varias etapas, aprovechando a ver algo más de Italia y Francia durante la vuelta.
Nos dirigimos hacia Bérgamo, en Italia, la ciudad que habíamos elegido para quedarnos durante dos noches. Como íbamos a pasar muy cerca del Lago di Garda, nos acercamos hasta él para poder verlo un poco.
El Lago di Garda es un lago glaciar enorme: es el lago más grande de Italia con una superficie de 368 km². Está muy cerca de Verona, pero cuando estuvimos visitando esta ciudad no nos dio tiempo a acercarnos, así que aprovechamos este momento para hacer un alto en el camino y verlo. Hay 26 pueblos que se asoman a sus orillas y como estábamos de paso paramos en el primero que nos encontramos: Peschiera del Garda.
El lago es precioso, parece un mar de lo grande que es, y en sus orillas hay varias playas repletas de gente. Estuvimos dando un paseo viendo los barcos, y nos sorprendió la cantidad de aves que se pueden ver en él y hasta nos encontramos en su orilla el espectáculo de una serpiente que estaba intentando comerse con grandes dificultades un pez.
Tras la visita al lago nos dirigimos hacia Bérgamo. Allí teníamos reservada una habitación cuádruple en el Bed & Breakfast Angolo del Poeta, que se encuentra ubicado en un edificio del siglo XV, y que ahora es una casa de vecinos. Para no variar, nos tocó una vez más, la habitación en el segundo piso sin ascensor, así que otra vez tuvimos que subir las maletas por las escaleras con casi 40 grados de temperatura. La habitación tenía dos plantas, en la inferior había dos camas y un baño completo y en la superior una cama de matrimonio con ducha en la misma habitación. Para subir a la planta de arriba había una estrecha escalera de caracol, y teniendo en cuenta que el único armario que había en la habitación estaba arriba, resultaba imposible subir la maleta por esa escalera. Por lo demás es un sitio bastante pintoresco.
Bérgamo está dividido en dos zonas, la zona alta que es donde se encuentra el casco antiguo medieval y la zona baja, más moderna. Nuestro alojamiento se encontraba en la parte baja así que nos encaminamos a conocer la parte alta o Città Alta, uno de los descubrimientos de este viaje. A través del funicular que te sube desde la parte baja a la alta, llegamos al corazón de esta parte de la ciudad y descubrimos una de las ciudades medievales más bonitas de Italia. Tuvimos la suerte de llegar un día en el que se celebraba la Noche Blanca del Arte (Art2night), una noche con todos los monumentos abiertos y gratuitos, conciertos, conferencias, representaciones y visitas guiadas. Todo un lujo.
Conocimos una de las plazas con más encanto de Italia, la Piazza Vecchia, con una atmósfera medieval muy especial.
Entramos en la Basílica de Santa María Maggiore, que nos dejó sin respiración por su extraordinario decorado interior, conocimos la Capilla Colleoni y el baptisterio que se encuentra aislado.
Y disfrutamos de la animación que había en las calles de la ciudad durante ese evento.
Si vas a visitar Bérgamo, tienes que saber que existe la posibilidad de realizar una excursión a Venecia de un día, que puedes ver en este enlace:
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Día 8: Milán (4 km) y Bérgamo
Estando tan cerca de Milán no pudimos resistirnos a ir a conocer su famosa catedral. Este día era domingo, así que aprovechamos a ir ya que pensamos que ese día no habría atascos y sería mucho más fácil llegar hasta el centro en coche, y así fue.
Como teníamos poco tiempo, llegamos hasta un parking situado justo al lado de la Piazza del Duomo, y aunque el precio por aparcar era elevado, era la única opción para poder ver la catedral y volver a Bérgamo pronto.
La Catedral por fuera es asombrosa, y tras las fotos de rigor nos dispusimos a entrar en su interior.
Aquí como pasa en muchas iglesias de Italia, y especialmente si eres mujer, no te dejan entrar con ropa que deje los hombros o las rodillas a la vista, así que recordando el post de mis 12 Consejos para tu visita a Roma, que también me valía para esta ocasión, me llevé un amplio pañuelo para poder taparme y entrar. Pasas dos controles, uno para revisar que llevas la entrada y ver si tu indumentaria es la apropiada, y otro control, esta vez por parte de militares, que revisan tu bolso o mochila y te pasan un detector de metales. El interior de la catedral no se queda atrás en cuanto a monumentalidad.
Recorrimos la Piazza del Doumo y visitamos la Galería de Víctor Manuel II, un edificio con dos arcadas perpendiculares que se cruzan, repleto de las tiendas más lujosas. Es una galería construida en el siglo XIX que fue el prototipo de otras galerías acristaladas que se construyeron posteriormente en Europa. Esta galería conecta los dos monumentos más conocidos de Milán: la Catedral y el Teatro de La Scala.
Si quieres exprimir tu visita a Milán al máximo puedes reservar una visita guiada que combina el recorrido por lo mejor de Milán con la visita a la Última Cena de Leonardo da Vinci, uno de sus cuadros más famosos. O realizar alguna excursión a alguna de las ciudades próximas como Verona, o visitar alguno de los lagos de postal que encontrarás cerca de Milán. En este enlace puedes reservar cualquiera de estas opciones:
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Tras la fugaz visita a Milán regresamos a Bérgamo para continuar con su visita. Entramos a las iglesias que nos faltaba por conocer, continuamos conociendo sus calles, las murallas y puertas de la ciudad y mediante otro funicular que también existe en la ciudad, llegamos hasta el Castillo de San Vigilio, que se encuentra en otra colina más elevada.
Día 9: Bérgamo – Montpellier (700 km)
Continuamos con el regreso hacia España y nuestra siguiente y última parada sería en Montpellier, Francia.
Como a la ida fuimos por la autopista de la costa que tenía muchísimo tráfico, a la vuelta quisimos evitarla y mirando el mapa la distancia era prácticamente la misma yendo por el norte que por el sur. Pero no contamos con que yendo por el norte había que pasar por el túnel alpino de Fréjus, que mide 12 km y que supone pagar un extra de 44,20€ de peaje para poder pasar por él. Pero una vez llegado a ese punto ya no había vuelta atrás, así que no nos quedó más remedio que pagarlo para continuar.
Después de 7 horas y media de viaje llegamos a Montpellier y nos dirigimos al hotel que habíamos reservado, el Novotel Montpellier, que se encuentra a las afueras de la ciudad en un entorno tranquilo. Ya habíamos estado varias veces en hoteles de esta cadena, porque tienen habitaciones cuádruples y son todos muy parecidos, así te evitas sorpresas desagradables.
Día 10: Montpellier
Nuestro último día de visitas lo dedicamos a conocer la ciudad de Montpellier. Una ciudad que nos pareció bastante similar a Burdeos (Bordeaux), incluso tiene las dos tienen una Place de la Comédie bastante parecidas.
Callejeamos por su centro histórico, disfrutando de sus calles y plazas, hasta llegar a la Porte du Peyrou, un arco del triunfo de 1715. Paseamos por el parque de la Promenade du Peyrou, conocimos la Catedral de San Pedro con sus dos grandes pilares frente a la portada, descubrimos que su Facultad de Medicina es la más antigua del mundo occidental en funcionamiento y visitamos el moderno barrio Antigone, obra del arquitecto catalán Ricardo Bofill, con sus fachadas neogriegas.
Día 11: Regreso a Burgos (793 km)
El último día de viaje hicimos el mismo recorrido que ya habíamos hecho el primer día, pasamos por sitios ya conocidos y visitados anteriormente en otros viajes. Como Narbona, la impresionante ciudad medieval de Carcasona, de la que ya te hablamos en un post anterior, Toulouse y el país Vasco-Francés, hasta llegar a la frontera con Irún y de aquí a Burgos por la AP1.
Datos prácticos para preparar un viaje en coche a Eslovenia (o en avión)
Puedes reservar tu hotel en los siguientes enlaces:
Si no quieres ir en coche hasta Eslovenia puedes ir en avión hasta Venecia o Treviso (muy cerca de Venecia) y allí alquilar un coche para llegar hasta Eslovenia. O bien volar directamente hasta Liubliana.
Si decides volar hasta Venecia para aprovechar a ver la ciudad y alquilar un coche para acceder a Eslovenia, asegúrate de que esa compañía permite hacerlo (no todas lo permiten). Te vendrá bien leer nuestro post.
El transporte en Venecia, cómo llegar y cómo desplazarte por la ciudad de los canales
Vuelos hasta el aeropuerto Marco Polo de Venecia
Vuelos hasta el aeropuerto de Treviso
Conclusiones del viaje
Planeamos el viaje en coche a Eslovenia como continuación de nuestro recorrido por el norte de Italia, ya que se encuentra muy cerca. Teníamos muchas ganas de conocer este país por los comentarios de las personas que habían ido, todos hablaban de lo verde que era el país, que era una maravilla en cuando a naturaleza, y con lo que nos gusta a nosotros la naturaleza no podíamos perder la oportunidad de conocer un país con estos atractivos.
Pero a veces vas a un sitio con tantas expectativas, que al final puede acabar no siendo lo que esperabas. Y es lo que nos pasó con Eslovenia. El país si que es muy verde, faltaría más con todo lo que llueve pero, si como nosotros, has ido varias veces a lugares como Picos de Europa, Pirineos (tanto del lado español como del francés), Parque Natural de Somiedo en Asturias, o acabas de conocer algo de los Dolomitas, pues te quedas un poco con ganas de más.
Hay muchos bosques, pero son casi todos bosques de coníferas para su explotación maderera, un paisaje un poco repetitivo y monótono. Al norte si que hay montañas, pero ya son las estribaciones de los Alpes, denominados Alpes Julianos, por lo que tienen una altura media. La montaña más alta de Eslovenia es el Triglav y tiene una altitud de 2.864 m, frente a los 4.810 m del Mont Blanc, que es la cumbre más alta de los Alpes.
Otra cosa que no nos gustó mucho es que sus atractivos naturales están demasiado explotados turísticamente, lagos abarrotados de chiringuitos, hoteles y demás negocios, rutas y parques naturales sólo visitables previo pago, bares en mitad de parajes naturales que le quitan todo el encanto…
Es una naturaleza demasiado enfocada al turismo. Pensábamos encontrar zonas espectaculares y no debimos de acertar con la zona. O quizá llevábamos demasiadas expectativas. Si estás acostumbrado a visitar zonas naturales, no vayas con ideas preconcebidas.
Otra cosa que nos acabó cansando fueron los elevados precios que tienen para visitar cualquier cosa. Nos sorprendió la diferencia entre el nivel de vida de los eslovenos y los elevados precios de los sitios turísticos. Así que no vimos apenas familias, casi no se ven niños por ningún lado, y no es de extrañar porque no fomentan nada el turismo familiar.
Para entrar a dos de las atracciones más famosas de Eslovenia, como son el Castillo de Predjama y la Cueva de Postojna, una familia de 4 miembros como la nuestra debe desembolsar más de 120€ para entrar. Y en los demás sitios los precios son similares, así que nos llamó bastante la atención, sobre todo, teniendo en cuenta que llegábamos desde Venecia, que no es precisamente un sitio barato, y en el que las entradas fueron más económicas que en Eslovenia.
Y a ti ¿te ha pasado algo similar en algún otro sitio?
Aún así, las ciudades nos gustaron mucho. La capital, Liubliana, es una pequeña joya que tienes que descubrir. Los pueblos de la costa son para ver, nos encantaron. Y nos gustaría adentrarnos más en la zona norte, para dar una oportunidad a las montañas eslovenas, que seguro que tienen más de lo que pudimos ver nosotros.
Si te has quedado con ganas de más, aquí tienes un video con lo que vimos en Eslovenia, espero que te guste.
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