Hoy te proponemos una ruta desde Valdelateja hasta la ermita de Castrosiero. Valdelateja es un pequeño pueblo de la provincia de Burgos que se encuentra situado en el Valle del Rudrón, en el camino de Burgos a Santander.
Valdelateja forma parte del Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón, y es aquí donde el Rudrón desemboca en el río Ebro.
En Valdelateja, además, se encuentra un manantial de aguas termales que ha dado lugar a un balneario.
El pueblo de Valdelateja, de origen medieval, ya por si sólo merece una visita, pero además es el inicio de varias rutas de senderismo que puedes hacer en su entorno.
Uno de estos recorridos es la ruta desde Valdelateja hasta la ermita de Castrosiero. Pero, la ruta típica es la que se inicia en Valdelateja, detrás de su iglesia, en la que a través de una senda bien marcada te llevará a adentrarte en el Cañón del Ebro hasta llegar al pueblo de Pesquera de Ebro.
Esta es una zona con muchas opciones para hacer senderismo, así que si te interesa, te damos más información en este post:
Ruta por el Cañón del Ebro de Burgos, un recorrido por un paisaje único
¿QUÉ ENCONTRARÁS AQUÍ?
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De paseo por Valdelateja
Como siempre que vamos a Valdelateja, paseamos un poco por las calles del pueblo, que está dividido en dos por el río.
El entorno del río, cerca del puente, es un sitio ideal para descansar o comer.
El pueblo lo recorres enseguida, pero merece la pena, ya que aunque pequeño tiene mucho encanto, con unas casas cuya construcción tiene clara influencia del norte de España.
Una de las curiosidades de Valdelateja es que no tiene cementerio, más adelante te contaré por qué.
Presidiendo Valdelateja llama la atención la llamativa y aislada peña de Castrosiero. Su cima fue nuestro objetivo esta vez, ya que allí se encuentra una ermita de época tardovisigoda que íbamos a visitar.
Cómo hacer la ruta desde Valdelateja hasta la ermita de Castrosiero
El ascenso a la peña lo hicimos a través de un estrecho sendero que parte al final del pueblo. Para llegar al sendero cruzamos el puente sobre el río Rudrón y tomamos la cuesta que hay a la derecha, después de la fuente. Al llegar al final del pueblo encontramos un letrero que nos indicaba la dirección de “Siero”, que es la que tomamos.
En busca de Siero, el pueblo abandonado
La senda va ascendiendo y no tiene ninguna dificultad, salvo que todo el camino es de subida. El sendero es muy agradable, ya que está rodeado de vegetación lo cual te proporciona una sombra que en días de calor, resulta muy agradable.
A 1,5 km de Valdelateja encontramos las ruinas del pueblo abandonado de Siero. Siero fue cabeza de un alfoz castellano desde el siglo X, aunque con el paso del tiempo fue decreciendo su importancia en favor de la localidad de Sedano. Siero estuvo habitado hasta el año 1914 cuando sus dos últimos habitantes bajaron a vivir a Valdelateja.
Todavía pudimos ver los muros de algunas casas medio derruidas y los restos de la iglesia gótica de Santa Olalla de Siero, que tiene adosado un cementerio.
Este cementerio es el que siguen utilizando los vecinos de Valdelateja, por eso en Valdelateja no encontramos ningún cementerio.
Los restos de la iglesia gótica, que han sido consolidados en el año 2004, permiten ver un edificio de planta rectangular y nave única, y de la que aún queda en pie la cabecera con una bóveda de crucería bien conservada y restos de policromía en sus paredes, lo que nos habla de un pasado de cierto esplendor.
La actual iglesia de Santa Eulalia que encuentras en Valdelateja, fue ampliada a principios del siglo XX con piedras procedentes de los restos de la iglesia de Siero y conserva además las tallas góticas de las santas Centola, Elena y Lucía que provenían de la iglesia de Siero.
Hacia la ermita de Castrosiero
Pero este no era el destino de la ruta desde Valdelateja hasta la ermita de Castrosiero. Nuestro objetivo estaba más arriba aún, en la peña de Castrosiero, también llamada El Castillo o El Castro, así que continuamos por el sendero que nos llevó a la parte superior de la peña.
Allí las vistas son espectaculares, es un mirador privilegiado desde el que pudimos observar la parte final del Cañón del Rudrón y su conexión con el Cañón del Ebro. Las casas del pueblo de Valdelateja allí abajo, pequeñas, como si se tratase de un belén y un poco más allá el balneario.
La peña de Castrosiero es un lugar inexpugnable, por lo que ya desde tiempos prehistóricos fue lugar elegido para instalar en su cima puntos de vigilancia y defensa. Se han encontrado restos arqueológicos cerámicos, que confirman la existencia de un castro de la Edad del Hierro.
Tras el fin de las guerras cántabras (19 a.C.), el Castro de Siero, que se encontraba dentro del territorio de los cántabros coniscos, sigue siendo habitado bajo el dominio de Roma. En este sitio se encontraron dos estelas romanas, que se conservan actualmente en el Museo Arqueológico de Burgos.
Parece ser que durante la invasión musulmana se estableció aquí un pequeño núcleo formado por una familia de nobles de origen godo, una de las muchas a las que el rey Alfonso II el Casto encomienda la defensa y repoblación de las tierras del Sureste. Esta familia levantó una fortaleza que recibió el nombre de Castrosiero y bajo el patrocinio de dicha familia nace también una fundación monástica. Seguramente, el pueblo hoy abandonado de Siero, nacería al amparo del castillo y del templo.
Hoy en la meseta de Castrosiero encontramos una pequeña ermita de forma rectangular con un ábside cuadrado, se trata de la Ermita de las Santas Elena y Centola.
En la cabecera del ábside hay una ventanita muy estrecha, con forma de arco de herradura, que tiene una inscripción en su parte exterior: “Α+ Ω Frelenandus et Gutina” entre dos cruces con el alfa y el omega y debajo, en muy mal estado de conservación, se puede ver una fecha: Era DCCCXX¿X? (era hispánica 820 u 830, año 782 o 792) .
Se trata de la familia de nobles a la que antes hacía referencia: Fernando (llamado “El Negro”) y Gutina o Godina, su esposa, que según la leyenda serían los abuelos del Conde Fernán González, primer Conde de Castilla, aunque parece ser sólo leyenda.
Es una construcción altomedieval, de época visigoda o prerrománica, y aunque según la lápida fundacional puede ser del año 782 o 792, algunos autores piensan que se reconstruyó sobre restos de una anterior del siglo VI o VII, ya que a la derecha de la inscripción aparece una decoración vegetal en forma de árbol y esta decoración es más parecida a otros ejemplos del arte de repoblación o prerrománico que al visigodo.
En cualquier caso, merece mucho la pena su visita, a pesar del esfuerzo que supone subir hasta allí, ya que es uno de los pocos ejemplos de arte de la alta edad media en Burgos.
Muy cerca de la ermita hay un pequeño monumento sobre una piedra que, según la tradición, es el lugar donde el verdugo Dacinio decapitó en el siglo III a las santas Centola y Elena.
La leyenda cuenta que si pasas un trapo mojado por esta roca, se teñirá de rojo por la sangre derramada por las santas.
Los cuerpos de estas santas fueron conservados en la ermita hasta el año 1317. Ese año el obispo de Burgos, Gonzalo de Hinojosa, ordenó su traslado hasta el altar mayor de la Catedral de Burgos al encontrarse el lugar ya deshabitado, aunque dejó las cabezas en la ermita para consuelo de los habitantes de Siero, que se quedaban sin sus reliquias.
La ermita tiene una pequeña campana con una cuerda bastante accesible, lo cual es una tentación para cualquier niño, así que Alejandro no pudo resistirse a tocar la campana con el consiguiente susto al comprobar lo alto que se oía.
Una vez que recorrimos la pequeña meseta en la que se encuentra la ermita nos dispusimos a volver por el mismo camino por el que habíamos ascendido, pero esta vez mucho más relajado ya que era todo bajada. El borde del camino está cuajado de florecillas, como esta orquídea que pudimos fotografiar.
Hasta que volvimos a encontrarnos con el río Rudrón a su paso por Valdelateja. De esta forma termnó nuestra ruta desde Valdelateja hasta la ermita de Castrosiero.
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