Cuando oyes la palabra safari, inmediatamente te viene a la mente África y la búsqueda de los animales que habitan ese continente, pero no hace falta irse tan lejos para disfrutar de un safari. Este mismo mes, de la mano de Paleolítico Vivo hemos disfrutado de un safari muy original sin tener que subir a un avión y haciendo un viaje en el tiempo, más concretamente a la prehistoria.
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¿Qué es Paleolítico Vivo?
Hacía tres años que llevábamos oyendo hablar de este proyecto, llamado Paleolítico Vivo. Se trata de una iniciativa que pretende recrear la fauna que vivió en la zona de Atapuerca durante el Pleistoceno. Después de estos tres años de preparativos, tan sólo llevan un mes con los safaris y está siendo todo un éxito, ya que es algo único en Europa.
En un bosque de robles centenarios de unas 1.000 hectáreas de extensión, y perteneciente al pueblo burgalés de Salgüero de Juarros, han reintroducido dos especies de animales en peligro de extinción que ya existían durante el Pleistoceno: el bisonte europeo (Bison bonasus) y el caballo de Przewalski (Equus ferus przewalskii); y además se han recreado otras dos especies, también del Pleistoceno, pero que ya se han extinguido: el uro (Bos primigenius) y el tarpán (Equus ferus ferus). Todos estos animales se pueden ven pintados en las paredes de las cuevas de Europa, como es el caso de Altamira, Lascaux o Chauvet.
El bisonte europeo estuvo a punto de extinguirse, ya que en los años 50 sólo quedaba una manada de 12 ejemplares en el bosque polaco de Bialowieza, y de ella se logró la reproducción de los 4.000 ejemplares que hay actualmente en el mundo, y de los cuales 5 han venido a Burgos. El caballo de Przewalski es la única subespecie salvaje de caballo que existe en la actualidad, y también fue salvada por los pelos de la extinción por un grupo de naturalistas; a Burgos han llegado 9 ejemplares. El uro era un toro primitivo que se extinguió en el siglo XVI, y hoy podemos encontrar 54 individuos en Salgüero de Juarros, gracias a un proyecto de reconstitución de razas rústicas que tienen sus genes. Y el tarpán, un tipo de caballo del que se han traído 34 ejemplares, y que desapareció en 1870 y ha sido recreado con el caballo konic, que es originario de la zona donde se extinguieron los últimos tarpanes en libertad en Polonia y que podrían estar hibridados con éstos.
El safari
Así que en cuanto pudimos no dudamos en hacer la reserva para el safari, y el primer domingo de septiembre nos encaminamos a Salgüero de Juarros, que se encuentra a 20 km de Burgos, cerca del entorno de los famosos Yacimientos de Atapuerca. Habíamos reservado la visita de las 17:30h (hay 3 turnos diarios), que es la última visita del día, y al llegar ya nos estaban esperando nuestros guías Eduardo y Amalia con el coche todoterreno en el que nos llevarían de safari. Se nos unieron a nosotros cuatro otras siete personas más (la visita se hace si hay un mínimo de seis personas).
Eduardo, “alma mater” del proyecto, nos fue contando por el camino que nos llevaba hacia el bosque el tipo de animales que nos íbamos a encontrar, y el por qué de haber elegido esas especies. Entre bote y bote con el todoterreno, nos fue enseñando las especies de árboles y plantas que nos íbamos encontrando por el camino, hasta que llegamos a una zona en la que bajamos del coche para conocer como era la vida de los hombres y mujeres de la prehistoria.
Nos adentramos en el bosque de robles hasta llegar al poblado paleolítico en el que han recreado varias cabañas de diferentes épocas y allí aprendimos como las construían y con qué materiales.
Este fue el momento culmen para nuestro hijo Alejandro, cuando fue elegido como representante de la tribu. Conocimos como cazaban, como usaban las lanzas y los arcos, e incluso pudimos probarlo nosotros mismos, algunos con más fortuna que otros.
Aprendimos las diferentes etapas que ha pasado la humanidad hasta perfeccionar la talla del sílex para construir armas y utensilios. Hay que decir que aquí Eduardo nos dejo a todos boquiabiertos con su habilidad para tallar el sílex de la misma forma que lo hacían nuestros antepasados.
Vimos las diferentes formas de hacer fuego, con el hongo yesquero, con palos, con un arco… Y nos volvió a asombrar a todos.
A continuación Alejandro fue rastreando las marcas que nos llevaron hasta el santuario primitivo, en el que los niños pudieron dejar plasmadas sus manos, como los artistas del paleolítico.
Después de esta clase sobre la vida diaria y las costumbres en la prehistoria volvimos al todoterreno y comenzamos la búsqueda de los animales, primero fuimos a dar de comer a los uros, que no se atrevieron a acercarse a la cerca y sólo pudimos observarlos de lejos. Eduardo y Amalia les dieron de comer con bastante precaución, ya que nos advirtieron que eran muy bravos.
Seguimos camino en busca de los demás animales y después de un rato encontramos los primeros caballos tarpanes, que se acercaron a nosotros con curiosidad, con lo que pudimos conocer al potrillo de tarpán que acababa de nacer, el primero que es burgalés y a cuyo nacimiento pudieron asistir algunos visitantes unos días antes.
Poco a poco se atrevieron a acercarse también los caballos de Przewalski. Fue muy emocionante encontrarse con caballos que habíamos visto pintados en cuevas del sur de Francia y del norte de España, todo un viaje al pasado.
Nos quedamos un rato contemplando los caballos, a los que dimos algo de pan para comer y a continuación fuimos en busca de los esquivos bisontes. Estuvimos un rato en su búsqueda, parece que se nos resistían, pero después de dar unas cuantas vueltas con el coche pudimos divisarlos a lo lejos y nos fuimos acercando con cautela y en silencio para no asustarlos.
Estuvimos observándolos a una distancia prudencial, mientras ellos nos miraban también con curiosidad.
Aquí ya comenzaba a caer el sol y el paisaje se tiñó de un tono anaranjado precioso, así que en este punto comenzamos la vuelta a Salgüero de Juarros, disfrutando todavía de la vista de los caballos que nos volvimos a encontrar, y de dos corzos que salieron a nuestro encuentro y que corriendo por los campos de cereal desaparecieron enseguida
Aunque normalmente la visita dura unas 2 horas, al final estuvimos 3 horas de emociones continuas que se nos pasaron enseguida, nosotros disfrutamos muchísimo, pero para los niños fue una experiencia que no olvidarán y que están deseando repetir en invierno, con nieve.
Nuestros guías Eduardo y Amalia hicieron posible este viaje al pasado, una auténtica inmersión en la prehistoria, en una visita didáctica y divertida a la vez, así que sin duda repetiremos.
Este safari es uno de los muchos planes que puedes hacer en familia en la provincia de Burgos.
Datos prácticos para visitar Paleolítico Vivo
Lugar: Salgüero de Juarros, Burgos
Duración: 2 horas
Precio: 15€ adultos y 12€ niños.
Horario: De mayo a octubre: 10:00h, 12:30h y 17:30h y de noviembre a abril: 10:00h, 12:30h y 16:00h.
Contacto: [email protected]